8 marzo 2019

Hace muchos años estuve en San Sebastián por trabajo. Solo tuve un rato para poder disfrutar de la ciudad y elegí acercarme al Peine del Viento a hacer algunas fotos. Recuerdo ese momento con especial cariño, la ilusión por mis primeras fotos (sin existir las redes sociales ni los móviles con cámara), un entorno maravilloso y yo aprovechando mi descanso para contemplar una de las obras más emblemáticas de Eduardo Chillida.

Fernando estuvo el año pasado allí tocando con los Heatwaves y aunque solo fueron 24 horas, pudo disfrutar más de la ciudad de lo que yo lo había hecho y volvió entusiasmado. “Tenemos que ir juntos”.

Y dicho y hecho. El primer fin de semana de buen tiempo cogimos el coche y allí nos fuimos.

Llegamos a San Sebastián un viernes a mediodía y después de pasar por el hotel a hacer el check in, comenzamos la ruta de pintxos por la zona vieja (más adelante os dejo nuestra guía) que finalizó con una tarta de queso deliciosa. A continuación, como teníamos que aprovechar el poquito tiempo que íbamos a estar en la ciudad, nos pegamos una buena caminata desde la parte vieja hasta el Peine del Viento.

Por la noche volvimos al barrio viejo ¡menudo ambiente había! Lo bueno de ir de pintxos es que en los bares hay bastante rotación de gente así que aunque parezcan llenos, en 5 minutos puedes encontrar un hueco para pedir los tuyos.

Finalizamos nuestro primer día tomando unos gin tonics y escuchando buena música en el Eiger.

El sábado visitamos el monte Igueldo y la verdad es que la experiencia fue como si estuviéramos en los decorados de una película de Wes Anderson. Para llegar a la cima del monte fuimos hasta la estación del funicular, muy cerca del Peine del Viento, en un edificio que ya es un viaje en el tiempo. El funicular es de vagones de madera y te deja en la cima del monte. Allí, además de unas vistas panorámicas a la bahía de la Concha, hay un parque de atracciones bastante retro que data del año 1912.

El domingo, antes de volver a nuestra ciudad, hicimos una visita al Basque Culinary Center, la primera facultad de ciencias gastronómicas de España. El edificio, cuya estructura simula la forma de platos apilados, es obra de VAUMM Arquitectos.

Nuestra guía de San Sebastián

Bodega Donostiarra: muy cerca del Kursaal. Aquí probamos la Gilda, el Indurain y la ensaladilla rusa.
Borda Berri: delicioso el risotto de idiazábal.
Haizea: fue nuestro primera parada después de conducir toda la mañana así que sus albóndigas caseras nos supieron a gloria.
A fuego negro: música negra y buena comida.
Bar Txepetxa: mi favorito, como ellos mismos bien dicen: “el templo de la anchoa donostiarra”.
Bar Néstor: famoso por su chuletón. Nosotros solo tomamos una ensalada de tomate que estaba sabrosísima.
Ganbara: no defrauda la tartaleta de txangurro.
Bar Eiger: para la copa después de cenar y escuchar buena música.
Beltza Records: mítica tienda de discos de música negra, si eres un coleccionista de vinilos pásate por aquí.